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martes, 27 de julio de 2010

De Pedrouzo a Santiago de Compostela

En cada una de las etapas del Camino, el cansancio se iba acumulando un poco más. Al llegar cada tarde, lo que más se deseaba era quitarse las botas y entrar en la ducha. Pero la noche era realmente reparadora y al día siguiente, después de haber desayunado, lo que se quería era seguir caminando. El último día, esas ansias todavía eran mayores, el objetivo final se tenía realmente cerca, y la alegría que se sentía era la de llegar a Santiago.

Ya lo decía la canción que llevábamos ensayando desde hacía un par de días:

Todo peregrino
Tiene el deseo
De llegar a Santiago
Formando jaleo.

Como cada día, guardamos la mochila en la furgoneta, desayunamos esta vez en el bar Pedrouzo y después recogimos el habituallamiento de la jornada para guardarlo en la mochila que llevábamos cada uno: la comida, frutos secos, alguna barrita energética y agua para la cantimplora. Los últimos 20 km quedaban por recorrer. Nos despedimos de Maribel, la dueña de las pensiones donde nos habíamos alojado y emprendimos el camino.

Pasamos por San Antón, aldea de la parroquia de Arca, Amenal, de la parroquia de San Miguel de Pereira, dejamos atrás el río Brandelos y Cimadevila. Entramos en el municipio de Santiago, 14 km quedaban para llegar a la plaza del Obradoiro. Los símbolos relacionados con el Camino y el Apóstol, se hacían cada vez más presentes, cruces, conchas, etc.

En un punto de la carretera donde nos encontramos con los compañeros de sillas, apareció un coche de la televisión gallega, hicimos una parada para que entrevistasen a algunos que quisieron hablar, hasta que aparecieron dos chicas de la guardia civil a caballo para decirnos que aquél no era un buen sitio para pararse. Los caballos eran dos ejemplares espectaculares, uno de ellos algo nervioso porque era muy jóven, se llamaban Frodo y Hablador. Acompañados por ellos y por la televisión seguimos unos metros más hasta un punto donde el camino era más propicio para una pequeña parada.

Poco después, antes de llegar a Lavacolla, lugar donde tradicionalmente se cuenta que los peregrinos lavaban sus ropas para prepararse para la entrada en Santiago. Nos sentamos en la hierba y sacamos algo para comer y agua para beber. Los nervios y el entusiasmo se dejaban sentir, y nos preparábamos física y mentalmente para la última subida del Camino, el ascenso al monte do Gozo.

Pronto empezaron las rampas, aunque ya nada parecía ni importante ni insuperable. Atrás quedaban las instalaciones del aeropuerto, después pasamos por delante de las de la Televisión Gallega y las del centro Territorial de Televisión Española. Empezamos a cruzarnos con algunos autobuses urbanos, las primeras edificaciones del monte Do Gozo empezaron a aparecer. Como en toda subida, el grupo fue llegando de forma espaciada y cada cual fue buscando un sitio para comer en aquel lugar emblemático, a sólo cinco km del objetivo final. Todavía tuvimos tiempo para hacernos fotos en el lugar donde el Papa se reunió con los jóvenes en su visita a Santiago, y hasta solazarnos en un maravilloso césped que había por allí. Yo aproveché para cambiarme las botas por unas sandalias que había guardado en mi mochila, sabía que lo que quedaba por delante era ya territorio urbano, y seguramente todavía me tocaría estar mucho tiempo de pie, y fue una muy sabia decisión.

Pasadas las tres de la tarde reanudamos el caminar, y media hora después empezamos a transitar ya por las calles de Santiago. La algarabía, las canciones y la alegría iban en aumento. Dejamos las mochilas en los coches, pues no se puede entrar a la catedral con ellas, y una vez consiguieron aparcarlos, los 52 nos agrupamos tras la pancarta que llevaba el nombre de nuestro proyecto: Xacobeo Solidario del Seguro 2010. Así hicimos el recorrido final, hasta llegar a la plaza de Quintana, y entrar por una de las calles laterales de la catedral a la plaza del Obradoiro. Ya hemos llegado, ya estamos aquí, fueron algunas de las consignas que coreamos al llegar, y los abrazos, las felicitaciones y hasta las lágrimas de muchos, los que pusieron el broche final a la aventura, al objetivo conseguido.

En el centro de la plaza del Obradoiro, hay una concha, es la que marca el kilómetro cero del Camino de Santiago, ese punto con el que sueñan y han soñado miles y miles de peregrinos que han llegado por diferentes senderos. Al frente queda la catedral románica del siglo XII, enriquecida con elementos renacentistas y barrocos en el siglo XVIII, detrás el ayuntamiento, a la izquierda el Hostal de los Reyes Católicos, hoy parador nacional, y a la derecha la biblioteca de Galicia. Es un espacio que impresiona por su inmensidad, por la alegría que se intuye en las personas que por él transitan. Es habitual encontrar grupos de gentes cantando, que han llegado de lugares lejanos. Conocí a un señor, que vestido de peregrino, con sus ropajes, su sombrero y su bordón, forma parte de esta plaza.

A las seis asistimos a la misa del peregrino, en un sitio privilegiado, bajo el botafumeiro, y después fuimos a darle el abrazo al apóstol, por supuesto también por un lugar especial, pues si así no hubiese sido no habría esperado las dos horas necesarias para realizar semejante rito, dada la cantidad de gente que había.

Y llegó la hora del descanso. La variedad de alojamientos de este viaje ha sido tremenda, lejos quedaba ya el mítico albergue Ferramenteiro, el premio de aquella noche fue cenar y descansar en el estupendo hotel NH Obradoiro.

Gracias a belén, la que ha aprendido a tratar ampollas por propia experiencia, después de hacer el Camino dos veces sabe un montón del tema, tras la última cura de aquella noche prácticamente ya pude olvidarme de ellas, y un par de días después, el cansancio había desaparecido por completo. Pero quedan en mi recuerdo los lugares transitados, las personas que he conocido y todas las experiencias que me han supuesto las vivencias de estos 9 días. El paseo de despedida por las calles acyacentes a la catedral y la plaza a la mañana siguiente, en el que en varios momentos eché en falta el palo que me ayudó a transitar por los 156 km del Camino.

4 comentarios:

jararroja dijo...

Aunque no ganaré el jubileo, he transitado virtualmente contigo por los caminos y he llegado a Santiago. ¡gracias por esta crónica!

mobis dijo...

Una experiencia sin duda inolvidable. Me gustaría invitarte a que la compartieses con nosotros en la web del Xacobeo http://camino.xacobeo.es/gl/comunidad-peregrinos/xacoblogs

Marisa dijo...

¡Muchas gracias por plasmar aquí toodas las vivencias que tuvimos en esos días tan maravillosos y por haberme hecho formar parte del grupo! Sin lugar a dudas, una experiencia que nunca olvidaré por muchos motivos: Las personas que he conocido, la ilusión con la que terminábamos cada etapa sabiendo que cada vez estábamos más cerca de la mmeta, las conversaciones con los peregrinos que nos íbamos encontrando a lo largo del camino, Juanjo y su dulzaina, las sorpresas que nos tuvieron preparadas los miembros de la organización, el espíritu de superación de muchos miembros del grupo, en fin, tantas cosas... La llegada a la Plaza del Obradoiro, fue uno de los momentos más emotivos que compartimos todo el grupo.

¡Gracias por haberlo contado tan bien y por haberme hecho volver a revivir esta experiencia inolvidable!

Alex dijo...

No me conoces, ni yo a ti pero vaya que bueno que te haya ido tan bien, me gustaria hacer algo asi, seria divertido pero lastima aca en Mex no se organizan ese tipo de cosas ;( bueno tal vez...algun dia...