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domingo, 28 de abril de 2013

El aullido: la resurrección de la mujer salvaje

Al volver al libro de Clarissa me doy cuenta, que lo que nos ofrece en el primer capítulo es el relato del camino que hay que recorrer en la transformación para llegar a recuperar a esa fuerza que todas llevamos dentro: la mujer salvaje. Lo que vamos a acometer es una investigación, un descubrimiento, una indagación, un desenterrar aquello que nos fue transmitido por las mujeres que nos antecedieron, que lucharon y que vivieron antes que nosotras. Aquello que sabemos desde hace mucho tiempo, pero que hemos olvidado, nos hemos ocultado a nosotras mismas para dejarnos llevar por los mandatos que nos han venido de nuestros padres, de nuestros amantes, de la sociedad, y que hemos ido adoptando, pero que llega un momento que ya no nos sirven, que nos pesan, y de repente nos damos cuenta que nos son ajenos e inútiles.

Pinkola estés nos invita a que empecemos buscando los huesos. Los huesos es aquello que nos da soporte, sobre lo que construimos y mantenemos nuestra estructura, nuestra identidad. La forma, la imagen, es algo variable, que podemos manipular, embellecer, descuidar o disimular, pero los huesos es lo esencial, lo que permanece, algo intrínseco a cada cual, la base, sobre lo que nos podemos mantener. No es fácil reconocerlos, identificarlos, tomar conciencia de ellos
entre tantos acontecimientos, tantas circunstancias, tantas experiencias vitales, pero es necesario llevarlo a cabo para encontrar lo indestructible.

Para buscarlos, para armarlos, tenemos que viajar a nuestro interior, a nuestras entrañas, a nuestro centro, a ese lugar íntimo y seguro donde sentimos la fuerza, la convicción de lo que nos conviene y lo que no nos conviene, lo que nos hace vivir. Ahí está la que sabe, la conocemos porque está presente en algunos de los recuerdos de nuestra existencia, nuestros sueños y nuestras fantasías. La sabia es nuestra parte olvidada, casi desconocida, maestra
de la imaginación, reina de la emoción.

De vez en cuando vienen a mi conciencia momentos del pasado, de distintos instantes de mi vida, con los que revivo una sensación genuina sobre mí misma, de una impresión de confianza y de seguridad, de hacer realmente lo que quiero hacer, algo que tiene que ver con mi esencia y naturaleza real, es entonces cuando estoy en condiciones para elaborar los mensajes que componen mi canción. Están relacionados con experiencias emocionalmente intensas, donde la razón desaparece y deja el timón a la intuición y la creatividad. Las emociones presentes pueden ser cualquiera: el amor, el pesar, la compasión, el entusiasmo o la excitación. Cualquiera de ellas puede ser el camino que me lleve al descubrimiento para alimentar o afrontar mi vida presente.

El cuento de los Cuatro Rabinos que Clarissa cuenta al final del capítulo, trata sobre ello, sobre como lo experimentado en nuestra íntima soledad, en nuestro cuerpo, en nuestra vida, son las respuestas para nuestra realidad cotidiana e inmediata.

(Reflexiones sobre el Capítulo I de MUJERES QUE CORREN CON LOS LOBOS, de Clarissa Pinkola Estés).


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