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jueves, 17 de febrero de 2011

Las primeras semanas

Leo lo que escribí hace cuatro semanas, y me parece tan lejano, y a la vez tan presente...

Pensé que estos días vendría más por este blog, que me apetecería contar mis primeras experiencias por aquí. Por un lado si me habría encantado hacerlo, pero ha sido tal el ajetreo, la intensidad de estos primeros momentos, que apenas si se me ha ocurrido. Aunque lo hubiese pensado, me faltaba el tiempo, las fuerzas y sobre todo las energías para hacerlo.

Los días están llenos de rutinas que hacemos automáticamente y que por tanto ya no requieren nuestra atención. Pero cuando todo es nuevo, los espacios, las personas, el trabajo que hay que desempeñar, etc., las actividades más nimias requieren una atención y un esfuerzo por nuestra parte, que nos dejan exhaustos.

He sobrevivido a todo esto, ya tengo una casa donde vivir, un espacio propio donde descansar. He empezado a desempeñar mi nuevo trabajo, los procedimientos básicos ya están encauzados y yo dispuesta a seguir avanzando, aprendiendo y ayudando al que lo necesite.

A veces todo parece fácil, como que va sobre ruedas, y otras que se requiere más y más esfuerzo y seguir derrochando más energía para afrontar la realidad en todos sus detalles, para conseguir una cotidianeidad más confortable. Hay momentos que me asombro, y me pregunto a mí misma como consigo reunir toda esa energía. Una de las claves es saber que lo que hago es realmente lo que quiero hacer, que es la consecuencia real de un objetivo buscado y soñado. Y si además hay personas que te quieren, que te hacen saber que todo está bien, que te ven con posibilidades de abordar todo este conjunto de acontecimientos novedosos, es como si me creciesen alas y la convicción de que puedo con ello, de que se puede, sólo es necesario un tiempo de esfuerzo, de adaptación.

Por eso esta noche, conseguí el relax necesario para escribir, en la víspera de un fin de semana largo que me permitirá descansar.

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