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martes, 4 de enero de 2011

Recuerdos y comentarios de una ex fumadora

Ayer leyendo el post Reflexiones de una fumadora en El desván de Yoli recordé muchos detalles de mi relación con el tabaco, de cómo empecé, como lo disfruté y del proceso de dejar de fumar, y tuve ganas de escribir sobre ello, en parte con cierta nostalgia, porque fumar me sigue pareciendo un placer, y con la sorpresa al darme cuenta de la diferente consideración que toman las cosas según los tiempos.

Pero esta mañana,cuando estaba desayunando, me quedé perpleja por lo que escuché en la radio: se habían puesto inspectores para supervisar el cumplimiento de la ley y tan sólo dos días después de haber entrado en vigor, se habían presentado varios cientos de denuncias y hasta un periódico se ha dedicado a descubrir personas que estaban fumando en lugares no permitidos. Y yo me pregunto, ¿cuántas leyes se siguen incumpliendo en nuestro país después de años y años de ser publicadas? ¿cuántas en las que se ofrezcan tantas facilidades y se pida a gritos que el ciudadano fastidie de una forma tan clara y directa al ciudadano que tiene cerca? Y pensé yo, vaya, hemos encontrado una solución para resolver la crisis, ¡que la paguen los fumadores y sus secuaces!

Cuando yo empecé a fumar, a los 15 años, por supuesto teníamos que hacerlo a escondidas y eso en sí ya era divertido, en aquel internado llegamos a arreglarnos para abrir las ventanas de las clases los fines de semana, que estaba cerrado el edificio, para poder fumar tranquilamente en la sala de profesores, que era donde olía ya de forma permanente a tabaco y no levantaba sospechas. Después, cuando Labordeta cantaba aquello de “habrá un día en que todos, al levantar la vista, veremos una tierra, que ponga libertad”, dejó de ser obligatorio ir a misa y a clase de religión, desaparecieron los uniformes y hasta se habilitó una sala para poder fumar, no recuerdo si se estableció edad o autorización paterna, pero sí recuerdo con entusiasmo los cigarros de después de desayunar y antes de entrar a clase, o los del recreo de media mañana en la terraza, otro espacio autorizado y que utilizábamos aunque la mañana fuese fría. Aquel centro educativo sería acusado ahora de fomentar los hábitos poco saludables, es posible, pero aprendimos la tolerancia, de poder elegir sin molestar al otro, más aún, comprobamos que podíamos cuestionar las normas establecidas y conseguir que se cambiasen.

Por eso yo me sigo cuestionando muchas normas, y eso de que es por nuestro bien y que ahora todo el mundo aboga por la salud como que no me lo creo. Nunca he visto tanta beligerancia, por poner sólo un ejemplo, para defender un medio ambiente limpio o salvar el planeta. No me imagino a la gente reclamando de ese modo un mejor transporte público para reducir el tráfico de vehículos particulares, más bien lo contrario, se fomenta la compra de coches para queesa industria no se vaya a pique, por no hablar de la consideración hacia el consumo del alcohol o de la cocaína. Y el consumo de estas sustancias perjudica gravemente a otros, o si no que se lo pregunten a la mujer o a los hijos de un alcohólico, o los trabajadores de un cocainómano. la cuestión es que es más fácil ir contra los que tenemos más cerca, que luchar contra un sistema de intereses creados y mantenidos.

También escuché decir ayer, que un gran porcentaje de las personas que intentaban dejar de fumar fracasaban, pero lo mejor era la razón, porque no pedían ayuda profesional. Otros que salen ganando. Cualquiera que haya estudiado un poco de psicología sabe que la mejor manera de avanzar es cuando uno comprende que él es capaz de poner en marcha el mecanismo para conseguir lo que quiere. Por supuesto que alguien puede darse cuenta de que necesita ayuda en un momento determinado, pero patologizar el acto de fumar diciendo que sólo se puede salir de ello poniéndose en manos del experto, me parece una irresponsabilidad, porque además es falso.

Cada cual tiene que saber lo que desea, por sí mismo, no porque se lo impongan los demás, pues actuar desde esos principios sólo lleva a la frustración y al fracaso, y por tanto al sufrimiento. Por eso la ley que ha entrado en vigor estos días no me gusta. Yo dejé de fumar porque me di cuenta que muchos cigarros los fumaba por fumar, sin disfrutarlos, y decido no encender uno, porque sé que vendrían otros muchos después. Si supiera que era capaz de hacerlo cuando realmente me apeteciese, volvería a ello.

Desconozco la razón por la que no se permiten espacios de fumadores y me sorprende la saña y la violencia con la que se va en contra de los fumadores, actitud que se percibe en cualquier debate que se entabla al respecto. Yo invito al que esto esté leyendo a que visite la página de EL CLUB DE FUMADORES POR LA TOLERANCIA.
Es una entidad sin ánimo de lucro que no quiere que haya más fumadores, ni que se fume más, ni que esté permitido en todas partes, sino que entre fumar o no fumar, la libertad sea recíproca, que el respeto y la tolerancia triunfen, pues respeto y tolerancia son la base de la convivencia, afirman. En fin, es un club de gente dueña de sus decisiones donde se respira, sobre todo, libertad y buen ambiente.

A continuación publico otro post que escribí el 7 de agosto de 2008 en mi anterior blog sobre este mismo tema.

2 comentarios:

Yolanda dijo...

¡Ah, qué recuerdos! Así empecé yo también, escondiéndome tras las gradas del campo de fútbol, en la caseta de los perros, entrando por la ventana del gimnasio..., hay que ver cómo trabaja la mente de los niños para burlar las normas.
En fin, soverbio. Me hubiera gustado recordar alguna de las cosas que has dicho al escribir mi reflexión. Ahora sólo eso, decirte que me encanta el artículo.
Besitos.

Enrique Varela Couceiro dijo...

Esto de prohibir y no prohibir, en efecto, es debatible y de hecho provoca debates. EL gran problema del tabaco es que afecta mucho a cualquiera que esté a tu lado.
Comparto lo que dices de los hijos de drogadictos pero aquí, los hijos de no fumadores que tampoco fumaba, por ejemplo, en una boda fumaba quisieran o no. Nadie te obliga a beberte cuatro cubatas porque yo me los beba. Allá yo y mi cuerpo y mi psicología.

tal vez por esta diferencia, el tabaco ha sufrido esta persecución que no es de ahora. No recuerdo dónde, a principios de año, leí un artículo sobre todas las sucesivas prohibiciones o leyes anti tabaco que en el mundo han ido siendo, y más concretamente en España. Así que bueno: no es cosa del 1 de enero de este año.

Somos como somos y yo comparto buena parte de tu post, pero no estoy de acuerdo en que se ataca al tabaco por que es lo más fácil. Tú sabes perfectamente el lobby que formaban las tabaqueras sobre todo en USA, donde la lucha duró 20 años. Cuando yo fui allá por segunda vez, en 1987, los cartones de tabaco en su interior llevaban propaganda de cómo fumar responsablemente.

Me gusta lo que dicen los fumadores por la tolerancia, pero me gusta salir y llegar sano a casa, y más que sanitariamente que también, me refiero a los olores.

Conste que quien esto escribe también es ex fumador y de los de 3 paquetes en sus buenos tiempos. Yo conseguí lo que tú dices que no puedes: estuve durante cuatro años fumando lo que quise: uno o dos cigarrillos con algún café y demás. Y no me quiero radicalizar tampoco. Pero sí disfruto de haberlo dejado por completo y no creo que vuelva. A mí, el método de decir: "sigo siendo fumador" no me vale porque me intranquilizaría. Mi razonamiento fue: "bueno: para uno o dos que fumaba, me los quito y mejor".