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martes, 4 de enero de 2011

Fumadores o apestados

Publicado en el antiguo Espacio de la Maga el 7 de Agosto de 2008

Esta mañana fui a comprar un regalo para una amiga. Como dicha amiga tiene una rara característica que es la de fumar, pensé que podría resolver el asunto con algún objeto relacionado con este disfrute.

Me dirigí a una de las tiendas en que es fácil encontrar todo tipo de objetos, y en la que prácticamente siempre puedo satisfacer este tipo de necesidades.

- Hola buenas, ¿me puede enseñar pitilleras?
- Oh, no, pitilleras no tenemos, ya nadie fuma
- Bueno... Todavía hay gente que fuma.
- Ya, pero se esconden.

Lo siento amigos fumadores. Ya había notado yo que hace años habíais empezado a ser discriminados, rechazados e incluso apestados, pero si el mercado no os considera potenciales consumidores, creo que estáis definitivamente perdidos. ¿Acaso habéis pasado a guardaros el paquete de tabaco en el calcetín o la manga del jersey, tal como hacíamos cuando aún no teníamos edad para fumar?

Confieso que después de 13 años, en algunos momentos, me fumaría un ducados. Como me aguanto, pues me conformo con oler lo que otros fuman, así que no me importa en absoluto que lo hagan, pero me molesta enormemente tanta intransigencia. Que felices recuerdos aquellos en los que buscábamos sitios para escondernos y el disfrute del compartir, ¡ganas me dan de volver a las andadas! Bien está pedir al que fuma que no moleste a los demás, pero adoptar de tal forma la moda antitabaco para fastidiar a los que fuman por placer me parece un exceso.

Sería curioso el saber por qué la bebida se acepta e incluso valora socialmente, pensemos en reuniones de trabajo y celebraciones de todo tipo, por qué la heroína pasó a ser maldita, mientras la cocaína casi es una distinción social.

Y que se preparen los gordos, porque creo que las próximas víctimas son ellos. Hace unos meses, una persona que tiene unos cuantos más kilos de los que se considera razonable, me contaba que a determinadas horas del día, cuando más afluencia había de paseantes, evitaba la plaza del Ayuntamiento de su ciudad, porque en varias ocasiones, personas que no la conocían de nada, le habían dicho: "Pero chica, ¿cómo puedes estar tan gorda?". Porque no la creo capaz de inventar esto, como os podéis imaginar le molestaba mucho, pero realmente me quedé muy sorprendida cuando le escuché relatarlo.

¿Seremos capaces de vivir y dejar vivir a los demás? Difícil, de momento podéis ir visitando: EL CLUB DE FUMADORES POR LA TOLERANCIA

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